Blog que repasa la actualidad taurina de Almería, Andalucia y España. La opinión crítica e independiente sobre el mundo de los toros. Por Alberto Gutiérrez.

14 de abril de 2009

La economía para un profano

No soy economista, esa profesión que durante la bonanza ha permanecido en la trastienda de la actualidad, porque nadie tenía a quién echarle las culpas de su excelente suerte, de su inmenso patrimonio, de su galopante ascenso en la jerarquía de la vanidad. No soy economista, de hecho soy un profano, y aquí lanzo una humilde teoría que seguramente es errónea. Pero es la mía.
La economía no sólo es cíclica, sino también circular, como todos sabemos. Y se alimenta de confianza. Si ésta se ve amenazada, la gente se contagia de tal forma que comienza a circular el runrun -tan taurino- de que todo puede ir mal o peor. La visceralidad está demasiado arraigada en nuestro espíritu.
Durante estos días nos hemos enterado de que a Jiménez Losantos lo van a bajar del carrusel de la radio. Para callarlo. Para amordazarlo. Para lo que sea. En términos de libertad de expresión es un abuso y un golpe bajo a la democracia. En términos económicos podría ser un desahogo. Es decir, "conviene" que los medios comiencen a transmitir confianza a la gente. Y no creo que sea descabellado pensar que una de las razones que han ejercido quienes han presionado a la Cope sea precisamente ésta. O sea, "ahora conviene insuflar optimismo" al pueblo. Puede parecer excesivo, pero ¿por qué no?
Por otra parte, existen claramente dos crisis. Una real, dura y trágica, y otra psicológica, que deberíamos tratar de otra forma distinta. No quiero decir que se trate cortando las alas a los periodistas, pero me da la impresión de que es un factor que se está teniendo en cuenta desde lasa altas esferas y centros de poder. Ya no preocupa tanto que las masas se rebelen por el aborto, la educación, etc., sino que toquen la billetera del sistema.
Y digo lo de la crisis psicológica, porque hay muchas personas que, aún ganando el mismo dinero que antes y teniendo un sueldo fijo, no salen con la misma frecuencia a cenar, ni compran la misma ropa que antes. Lo que equivale a decir que si el dueño de la tienda vende menos, tendrá que echar a empleados, al igual que las empresas textiles, que también tendrán que despedir gente, y estas empresas a su vez tendrán proveedores que hagan lo mismo, de modo que el círculo llegue finalmente a esa persona que ha dejado de comprar -hablamos de millones de personas- a pesar de poder hacerlo, y que ahora se podrá ver amenazada por el despido de su trabajo. No es ni más ni menos que lo que ya contaba Leopoldo Abadía: la economía es circular. Terriblemente circular.

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