Orbyt et orbe

No voy a descifrar el último invento de El Mundo, que esta noche se lanza a la red con todas las expectativas y alguna más. Estoy esperando a verlo, porque nos encontramos ante el cruce de caminos del periodismo moderno. Pero lo que no puedo es descifrar lo que no he visto. Sí puedo, sin embargo, valorar las razones expuestas por El Mundo para abonarse a este invento.
El decálogo de motivos anunciados, que hoy hemos leído en el diario, no me convence en absoluto. Ahora bien, considero que aporta un diseño llamativo y que el periodismo -tema de fondo subyacente, indudablemente- gana enteros con esta propuesta y con la idea de que los lectores puedan interactuar con la redacción. Habrá que ver en qué condiciones.
Desde mi punto de vista la cuestión no es el cambio de formato periodístico dentro de Internet, sino la aparición de instrumentos o aparatos electrónicos capaces de ofrecer la información con comodidad para los lectores. Ipad o el Ebook son las fórmulas aliadas del periodismo, porque enterrarán el papel en poco tiempo y harán que quienes leían el antiguo periódico lo hagan ahora en estos soportes. Sí, pero... ¿pagando?
Nos hemos acostumbrado a no pagar nada en Internet. Orbyt, si quiere funcionar, deberá tener valores añadidos muy notables. Ahora no sé cuáles son, pero me imagino que los tiros van por sorprender al lector. Sorprender y emocionar. La información no es suficiente.
El navegante de Internet se ha acomodado tanto que la información le parece algo no superfluo, porque no lo es, pero sí irrelevante -entre comillas- desde el mismo momento en que puede encontrarlo por cualquier vía de agua de este inmenso océano.
Los anteriores intentos de medios como El País o la revista ¡HOLA! de cobrar a los internautas fracasaron. Espero que Orbyt no camine por la misma senda. De hecho, me gustaría que abriera una nueva puerta al periodismo, tan necesitado y tan angustiado por la crisis publicitaria. Pero, insisto, tendrá que ofrecer algo más que información. En unas horas lo sabremos.