Blog que repasa la actualidad taurina de Almería, Andalucia y España. La opinión crítica e independiente sobre el mundo de los toros. Por Alberto Gutiérrez.

13 de marzo de 2010

Miguel Delibes

Miguel Delibes se ha marchado dejando una estela de palabras en la mesita de noche de tantos españoles que aprendieron a cazar ratas de agua en la madrugada inverniza de la infancia, o que imaginaron cinco horas con Mario, o señoras de rojo sobre otros fondos, o que aprendieron a caminar en la plaza de un pueblo de la vieja Castilla, cubierta de Milanas bonitas que no sabían de señoritos que chillaban a sus sirvientes en aquella época negra de la otra España, ya olvidada.
El escultor de historias cuajadas de perdedores y tristezas se ha ido dando por zanjado su viaje: “doy mi vida por vivida”, dijo hace poco tiempo, ante el estupor de los lectores. Su melancolía, marcada por la temprana muerte de su esposa, se fundía en estas palabras de cierre de redacción de un periódico, y añadía: “lo único que me une a la vida es el cariño de mi familia”.
Dicen que deseó que en su epitafio pusieran “Espero que Cristo cumpla su promesa”; una promesa en donde su mujer aguarda en un rellano, callada en su elegancia, asomada en el cielo impaciente de la espera: “Nos bastaba mirarnos y sabernos. Nada importaba los silencios, el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos, era suficiente. Cuando ella se fue, todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabra, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad”.
Delibes se marcha y con él un viejo sentimiento de soledad acristalada en la azotea de una existencia descremada por la ausencia. Una soledad herida y arrojada con palabras al abismo de la literatura, acaso porque escribir le acercaría un poquito más a aquellas primeras horas de la tarde, iluminadas por el maravilloso tedio de una felicidad atrapada en su memoria hasta los últimos días, hasta el último suspiro. Se ha muerto, en fin, el genio que dignificó la tristeza convirtiéndola en arte supremo de la vida. Descanse en paz, maestro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaría saber cuál era la actitud de Miguel Delibes hacia la fiesta de los toros. ¿Era un aficionado, más bien indiferente o, por el contrario, un crítico?

Saludos cordiales,
Javier Vidal

BLOG DE ACTUALIDAD TAURINA dijo...

Javier: no tengo conocimiento acerca de su posible afición a los toros. Desde luego, está claro que no era contrario, puesto que lo hubiésemos sabido.
Otra persona de la que me interesaría saber si le gustaban los toros era Félix Rodríguez de la Fuente. En su día escuché que sí que era seguidor, pero intenté confirmarlo en WWF/Adena y me dijeron que no. No sé quién me lo dijo, pero no terminó de convencerme... Por cierto, estas ONG ecologistas deberían defender los toros. Al menos por coherencia.

entradas jose tomas bilbao dijo...

Yo tampoco sabía que Delibes era un gran aficionado a los toros, se que era socio del Valladolid.