Blog que repasa la actualidad taurina de Almería, Andalucia y España. La opinión crítica e independiente sobre el mundo de los toros. Por Alberto Gutiérrez.

24 de marzo de 2009

Kosovo




No ha terminado la guerra de las medallas de los toreros, cuando hemos comenzado la contienda de la retirada de un lugar encofrado de incógnitas llamado Kosovo y denominado país/nación/estado por algunos que obvian la ley internacional según conveniencia. La ministra Carmen Chacón ha forjado de solemnidad castrense su polémica decisión, alumbrada en la mesa camilla de Moncloa, ese paritorio de improvisaciones que está desorientando a los propios ministros, que a las tres de la tarde ponen la televisión para ver por dónde anda el Gobierno, por dónde camina su presidente. La política de las tres, podríamos decir.
A Chacón, almeriense de origen, le están dando hasta en la cartera de cuero de ministra, porque no avisó a la OTAN y le falló la misma coordinación que exhibió cuando apareció un día con esmoquin, según acusa Pedro J. Ramírez, cuyo blog está perforando el orgullo de una mujer inteligente, pero mal dirigida. Chacón no es la culpable, pero acabará siendo la cabeza de turco de este dislate de relaciones internacionales interruptus.
Dicen que los verdaderos líderes son aquellos que se rodean de personas más válidas que ellos, gente en quien pueden delegar, a sabiendas de que lo que hagan lo realizarán mejor que ellos mismos. Cierto, siempre y cuando el líder no caiga en la tentación de escurrir el bulto y dejar que las balas destacen al compañero.
Cuentan que Barak Obama, en un debate durante las primarias con uno de sus adversarios, dio una verdadera lección de humanidad, de categoría personal. El rival de aquel enfrentamiento ha dicho recientemente que en un instante del encuentro televisivo con el hoy presidente de Estados Unidos se quedó completamente en blanco. Cuando el moderador le preguntó qué pensaba sobre “ese tema” quería ser tragado por la tierra. Inesperadamente Obama, desde el otro lado del escenario salió al quite y le recordó con los labios de qué estaban hablando.
No sabemos hacia dónde irá Barak Obama, pero ya le reconocemos grandeza. En España ese gesto sería imposible. En cualquier bando. Aquí, uno se aprovecharía de la debilidad del otro y miraría al techo, consultaría el móvil o se contemplaría las uñas mientras el contrario va perdiendo por puntos hasta llegar al k.o. técnico. Cuestión de principios.
Kosovo, en fin, es que una muesca más en el revólver de una política estrecha de miras y pobre de espíritu, manejada por personas deslumbradas por una fotografía, por una imagen de retirada de un lugar al que nunca debimos ir. Volvemos a casa, dijo Chacón, como si a un militar eso le hiciera puñetera gracia. Cuestión de principios.

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