Roquetas y la búsqueda del toro

Hoy se ha celebrado el último festejo de la temporada de Roquetas de Mar (Almería) y el resultado no ha sido, como era de esperar, muy satisfactorio: seis borregos inválidos de Guardiola lidiados por un ausente Esplá, un pirotécnico Antonio Ferrera y un más entonado Torres Jerez, aunque sin llegar a despegar del todo. Un cuarto de plaza, mucho aburrimiento y cientos de mantazos.

Al margen de esta corrida, el análisis debe ser más profundo. Y me refiero a la temporada, cuajada de despropósitos, como la espantá de Morante, o la contratación de encierros de feble condición y menguante bravura. Este coso necesita un recambio, no sólo empresarial; el pliego del Ayuntamiento debe cambiar, disminuyendo el número de funciones, en beneficio de una calidad demandada por los aficionados cabales. Es cierto que se trata de una plaza de tercera categoría, pero el fundamento de la fiesta, o sea, el toro, debe ser cuidado con rigurosidad extrema si desean que el cliente de siempre -el A-F-I-C-I-O-N-A-D-O- ocupe sus tendidos. Mientras piensen en el gran público que sólo acude a la llamada de El Fandi, Roquetas seguirá siendo un coso costero más, sin sustancia, sin gracia, sin nada. Dinero hay -hasta ahora-. Sólo hace falta invertirlo en el TORO.