Ayer estuve en el cine viendo Vicky Cristina Barcelona y, la verdad, me pareció un bodrio infame. De esos que no merecen pertenecer a la filmografía del maestro Woody Allen, autor de Manhattan, Annie Hall o las más recientes e impagables Match Point o Scoop.
Vale que la rubia está muy guapa, incluso la otra chica alta también me parece atractiva -Penélope, por el contrario, está feucha-, pero la peli no tiene por donde cogerse.
Encima, los nacionalistas catalanes han colado en los diálogos que una de las protagonistas está cursando un Master de identidad catalana. Con dos collons. Yo no sé cómo se ha prestado Allen a eso. Le debe dar igual ocho que ochenta.
Acabo de ver en casa Carandiru, una peli brasileña sobre la cárcel más grande de latinoamérica. No es conocida. Me la recomendó una brasileña, a quien le dije que me había encantado Ciudad de Dios. Ésta es mucho mejor que Carandiru. Ciudad de Dios es de las mejores películas que he visto en los últimos dos años.
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