Blog que repasa la actualidad taurina de Almería, Andalucia y España. La opinión crítica e independiente sobre el mundo de los toros. Por Alberto Gutiérrez.

28 de octubre de 2009

Paco Colomer, en el recuerdo

Muchos no lo conoceréis, pero hace un mes y dos días se fue de este mundo un buen hombre, un caballero cuya planta recordaba a los señores antiguos por su educación, por su bondad y por su carisma. Paco Colomer, abogado almeriense metido en sus cosas del campo, en sus queridos cultivos, se murió el 26 de septiembre, el mismo día que el inolvidado Paquirri.


Ha pasado un mes y dos días y lo recuerdo hoy, cuando he ido a echar un vistazo a los libros de mi estantería desbordada. Un autor llamado Stefan Zweig domina una de las lejas. Debo tener quince obras de este escritor austriaco que me descubrió, hace ahora unos tres años, Paco Colomer. Sí, me acuerdo perfectamente de ese día. Habíamos hablado una semana antes, pues era amigo de mis padres, y me dijo que había un escritor "necesario para cuando uno quiere desconectar de todo". Me llamó por teléfono y quedamos en una cafetería. Este hombre moderadamente mayor -no superaría los setenta años-, que escuchaba con los oídos, pero también con los ojos, me regaló "El mundo de ayer" y "Momentos estelares de la humanidad". Dos libros esenciales de la literatura del siglo XX, dos libros que me iban a revelar un universo nuevo y maravilloso de un orfebre de las letras que acabó su vida, inexplicamente, suicidándose junto a su mujer en Brasil durante la Segunda Guerra Mundial. Dicen que no soportaron los niveles de crueldad y deshumanización al que había llegado el hombre en esta etapa negra de la Historia.

Esta noche, al repasar la estantería he buscado rápidamente en el interior de ambas obras una dedicatoria de Paco Colomer, al que, desde entonces, no vi más, salvo algún día por la calle, junto a su mujer, Marga. Pero, desgraciadamente, no había ninguna dedicatoria. Estaba en blanco.

Me hubiera gustado tropezarme con sus palabras, escritas con el ungüento de la amistad. Sin embargo, me queda algo más importante: el recuerdo y la gratitud hacia una persona que me regaló y descubrió el arte de un genio. Aquel día en la cafetería, sentí un profundo agradecimiento que nunca supe expresarle. Hay tipos que te cierran puertas y otros que las abren. Siempre me quedaré con la generosidad de estos últimos. Descansa en paz, amigo.

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